Madres y padres desatentos, hijos desobedientes.
Niños y jóvenes son una población fundamental para
cualquier sociedad, el futuro del país. Ellos representan, en un conjunto
residencial como el nuestro, la alegría de los juegos infantiles, así como las
responsabilidades escolares, comunitarias y del hogar.
Algunos padres de familia, en su afán de cubrir las
necesidades, han dejado la responsabilidad de educar a sus hijos a terceras
personas o al cuidado de nadie, y el poco tiempo que pasan con sus hijos,
tratan de darles gusto con regalos, como juguetes y artefactos tecnológicos.
Luego, son estos padres quienes reciben quejas sobre el
comportamiento de sus hijos en comunidad, especialmente por infracciones hacia
las normas de convivencia, y tratan de justificarlos de cualquier modo, sin medir
en las consecuencias. Lo más grave, es que al defenderlos se hacen sus
cómplices.
Yo me pregunto como administrador y padre de familia:
¿qué obtiene una niña o un niño consumiendo bebidas alcohólicas o sustancias
psicoactivas a cualquier hora, sobretodo en la noche, en áreas comunes
(parqueaderos, pasillos interiores, parques, etc.), haciendo bulla y
perturbando el descanso de los demás residentes? ¿Dónde queda la
responsabilidad de las madres y los padres, como acudientes de estos menores de
edad? ¿Cuál será el futuro de estos menores de edad y por ende de nuestra
sociedad?
Algunos padres consideran que es obligación de los
vigilantes y de la administración cuidar a sus hijos y cuando se les llama la
atención no lo reciben de la mejor manera, en ocasiones se enfrentan al
personal de vigilancia.
Más que a un llamado de atención esto es una invitación
a los padres de familia para que estén pendientes de sus hijos, rescaten y
refuercen en ellos los valores, el respeto hacia las normas de convivencia y el
cuidado de los bienes comunes.
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